Historia
En 1995, Alberto Antonini y Antonio Morescalchi, dos entusiastas italianos del vino, exploraron Sudamérica en busca de nuevas oportunidades vitivinícolas. Quedaron asombrados por los viñedos de Mendoza, Argentina, en medio de altitudes elevadas y climas desérticos. Este descubrimiento los llevó a regresar a Toscana con una convicción: el potencial del Malbec en Mendoza. A pesar de la percepción general de Mendoza como productora de vinos a granel, estos visionarios decidieron apostar por la región y fundar Altos Las Hormigas, una bodega dedicada exclusivamente al Malbec.
La colaboración entre Italia, Argentina y Chile es fundamental en este proyecto. La enología, la viticultura y el terruño trabajan en conjunto para revitalizar la tradición vinícola de Mendoza, fusionando lo mejor del Viejo y el Nuevo Mundo.
El nombre «Altos Las Hormigas» tiene un origen singular. Cuando plantaron su primer viñedo en 1996, enfrentaron un desafío inesperado: las colonias de hormigas locales. En lugar de eliminarlas, buscaron maneras naturales de desviar su atención. Esta experiencia llevó al equipo a considerar que las hormigas eran las «verdaderas» propietarias del lugar. Así nació el nombre de la empresa, que se ha convertido en un símbolo de trabajo en equipo y perseverancia.
La ubicación de Altos Las Hormigas en Luján de Cuyo, frente a la majestuosa cordillera de los Andes, proporciona un entorno ideal para el cultivo de uvas de alta calidad. Con 206 hectáreas de viñedos, la bodega se dedica principalmente al Malbec, pero también cultiva otras variedades. Además, la adquisición de tierras en Paraje Altamira en 2011 y la creación del Jardín Altamira en 2017 representan una nueva fase emocionante en la exploración del terruño argentino.
Colonia las Liebres Bonarda
Innovador exponente de la Bonarda argentina contemporánea, este vino destaca por su frescura y especiado sin la influencia de la maduración en roble. Elaborado con uvas procedentes de un viñedo orgánico situado en Luján de Cuyo, a 800 metros sobre el nivel del mar, ofrece una expresión auténtica del terruño. Vinificado en tanques de acero inoxidable y criado en cubas de cemento, permite que la fruta se exprese plenamente mientras conserva su frescura. El equipo de enólogos, compuesto por Alberto Antonini, Attilio Pagli, Federico Gambetta y Ana Wiederhold, garantiza la calidad y el carácter distintivo de este vino.